domingo, 26 de julio de 2009

Crítica: AYRE Banquetes

Hace unos meses me invitaron gentilmente a una boda en Madrid, exactamente en el hotel Gran Hotel Colon, el banquete estaba a cargo de AYRE Banquetes. La verdad es que solo fui al banquete pero lo hubiera cambiado encantado por asistir a una lectura en grupo de la biografía de Julián Muñoz...

Todo empezó con un cóctel de bienvenida... acabábamos de llegar cuando unos ¨amables¨ camareros nos recibieron amablemente, si entendemos como amablemente malas miraras, empujar a la gente en vez de pedirle que se aparte, etc... Los canapés que ofrecían la verdad es que eran, por decirlo de alguna manera, difíciles de comer, ya que por un lado no se podia distinguir lo que te comías y por otro no sabias como comerlo para que no se te cállese la mitad al suelo.

Al fin, pasamos a la cena en cuestión. Primero quiero comentar, y esto no creo que fuera culpa de la organización del banquete, que tuvieron la gran idea de desfragmentar la familia como si del mismo disco duro se tratase, dejándonos sentados con personas completamente desconocidas..., aunque gracias a la gentileza y la picardía de los invitados se pudo solucionar enseguida.

Empezamos la velada con uno de los platos que mas repelús me han dado en la vida... Se trataba de una crema fría (y tan fría...) de melón con virutas de jamón ibérico... Solo con deciros, queridos amigos, que los amables (no olvidemos su infinita amabilidad) camareros recogieron todos los platos prácticamente sin tocarlos... jamás olvidare ese espeluznante plato.

Seguimos con el pescado amigos, que vino de la mano de nuestros amigos los camareros (a estas alturas de la velada ya éramos como hermanos) y se trataba ni más ni menos que de una merluza con brocheta de langostino y salsa romescu... Vamos por partes, lo primero comentar que nuestros queridos hermanos los camareros tenían que tener algún problema con la mesa caliente...ya que la merluza llego a la misma temperatura que la flamante crema de melón... Pero hablemos del plato en sí, la merluza podríamos decir que era tan minúscula como insípida, la verdad es que los cocineros acertaron al acompañarla de la salsa romescu, ya que el pequeño trocito de merluza no había quien lo tragara sin dicha salsa...

Como todos sabemos, al pasar del pescado a la carne (jamás entenderé la manía de poner dos segundos en las bodas...¡Qué desperdicio de comida!) se suele tomar un sorbete de limón, adoro los sorbetes de limón..., pero nuestros queridos anfitriones nos quisieron innovar con un sorbete de manzana acida con su licor... solo comentaros que los sorbetes corrieron la misma suerte que la incomparable crema de melón...

¨Aquí viene lo bueno¨ eso me dije a mí mismo y a mi hambriento estomago ya que como podíamos leer en la carta el siguiente plato era solomillo de ternera con patatas y setas. Y al fin llego..., un minúsculo solomillo (no iba a ser menos que su hermana la merluza) con tres patatas contadas mientras me las comía de una en una atónito... Solo decir que el solomillo estaba pasable la verdad, poco hecho para mi gusto, pero pasable...

Mis tripas resonaban cuando llego el postre que se trataba de milhojas de frutas del bosque...en realidad era hojaldre con un par de frambuesas por encima...

Por último el café de moka con petit fours...ni puñetara idea de lo que era la verdad, era tan enigmático como el nombre...

El viaje de vuelta a casa se hico largo...es lo que tiene el hambre... en cuanto llegue a casa me comí un sándwich.

Hasta la próxima compañeros.

1 comentario:

  1. gracias por deleitarnos con ese maravilloso sarcasmo!!
    me ha encantado, da gusto oirte criticar!!!
    y lo mejor esq no has exagerado nada, yo nunca me había quedado con hambre en una boda, hasta ese día..
    una crítica genial!!!!

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